A
mí me gustaba más antes, cuando se quedaba dormido en el sillón viendo
las noticias, despatarrado, en calzoncillos y camiseta, con la lata de
cerveza en una mano y el cigarro en la boca. Podía pasar horas
contemplando cómo se consumía el tabaco sin que la ceniza se derramara,
hipnotizado ante las figuras mágicas que dibujaba el humo, pero mamá lo
prefiere ahora, con esa espuma babosa escapándose de sus labios. Dice
que entre lo de la pensión y las limosnas que recoge a la puerta de la
iglesia llegamos sin problemas a fin de mes e incluso ahorramos.
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Otro finalista de hace ya algunas semanas...
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