El
sueñero, de María Sergia Martín González
Aquel
atractivo e irresistible vendedor de sueños había engatusado a mis padres.
Cuando llegué del instituto hablaba con mamá. Ella le contaba sus deseos de
volar muy lejos. Como me aburrían sus rabietas hormonales, encendí el
televisor. Luego, llegó papá con sus fantasías por volver a ser niño. Aquel
embaucador anotaba todo en una libreta, como para darse importancia. Estoy muy
preocupado, sobre todo por mamá. Dicen en el barrio que el lunes la vieron en
el nido de cigüeñas haciendo piruetas. Pero al que no soporto es a papá. Se ha
convertido en un mocoso repelente y autoritario que llena la casa de babas.