Relato ganador #surrealismopuro convocado por Zenda e Iberdrola
Desandar
Fue mamá
quién aseguró haber escuchado tres golpes en la caja, justo en el instante en
que se derramó la primera paletada de tierra. Aunque algunas vecinas trataron
de tranquilizarla, porque entendían su dolor, ella gritó a los sepultureros que
abrieran de inmediato el ataúd. A regañadientes, aceptaron mientras se hacía el
silencio en el camposanto. Dentro, papá, ataviado con el mejor de sus trajes,
recibía el aire fresco con una amplia sonrisa y un poco de carraspera. En vida
siempre había sido un hombre cordial y afable y, cuando llegaba el otoño, su
garganta acostumbraba a resentirse. ¡Bienvenido, de nuevo, maldito otoño!, fue
lo primero que dijo. Le ayudamos a incorporarse entre mamá, don Anselmo, el
viejo párroco, y yo mientras sacudíamos de su ropa la arena y los pétalos de
rosa que habíamos depositado en el interior. Si bien a mamá se le desparramaron
los ojos de lágrimas por volver a escucharlo, dijo muy enfadada que, si aquello
era otra de sus bromas, tenía muy poquita gracia, que habían venido todos los
vecinos, los de las partidas de las tardes, sus amigas de manualidades y hasta
Paquita Peña, la que –según decían en el barrio– era una hija secreta de mamá.
Papá pidió
perdón a todos los allí reunidos por el trastorno de tener que devolver las
docenas de ramos y coronas que habían traído para despedirle. Se disculpó con
afecto de sus compañeros de “mus” por no poder acabar el torneo e hizo un guiño
a Paquita Peña. Dicen que le escucharon decir que cuidara de su verdadera madre
y que no hiciese caso de pamplinas de chismosas. Luego, besó en los labios a
mamá y explicó que había olvidado algo muy importante. Que no sabía muy bien
qué era, pero que necesitaba recuperarlo antes de encomendarse al sueño eterno.
No hubo manera de hacerle entrar en razón, ni siquiera cuando le dijimos que
tía Margarita estaba siendo trasladada al hospital tras desmayarse al verlo
salir de la caja. Un infarto, creo que afirmó uno de los sanitarios. Menudo
susto se llevó la pobre. Después de velarlo durante toda la noche y hartarse de
llorar con mamá mientras lo amortajaba, parece que su maltrecho y deshidratado
corazón no pudo resistir más emociones...
(continúa leyendo aquí).