Hoy
les demostrará que no es ningún cobarde.
Al verle entrar, el domador
pierde su látigo y las leonas lo acorralan a zarpazos. La lanzadora de
fuego no da crédito y una bocanada mal escupida abrasa sus cabellos.
Hasta el viejo elefante ha olvidado el baile dejando caer su pata sobre
el brillante cuerpo de su cuidadora. Una tigresa huye por la puerta,
abierta por el enano, y se merienda a la primera fila, mientras los
payasos gritan entre las risas de los niños.
Al otro lado del mundo, en otro circo, una mariposa ha aleteado a destiempo.
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Me volví a colar en el Wonderland con este micro sobre el circo.
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