Aprovecho esta tribuna virtual para plasmar qué me importa y de qué manera me afecta... No siempre serán cosas agradables y es una pena. Además os contaré cuentos para dormir o para despertar; unas veces relatos cortos y otras, más largos. Las risas están aseguradas y espero y confío en poder crear un clima agradable, para tod@s aquell@s que decidáis quedaros a conversar. Besos por adelantado de un alma, presuntamente, "gamberra".
10 octubre 2024
¿Te vienes de biblioteca?
05 septiembre 2024
COSAS DE NIÑOS
Atención: Spoiler
Cosas de niños no son cuentos infantiles, aunque la mayoría de sus protagonistas sí lo sean.
Hay niños solitarios que piden un abuelo como regalo; niñas que utilizan su imaginación para salir de la oscuridad que las sumerge; niñas madres; niños que utilizan el grupo para acosar a la niña más débil; niños que se convierten en padres de sus padres; niños enamorados de sus maestras; niñas migrantes; niños que solo buscan un amigo… En definitiva, niños o personas muy jóvenes que viven y soportan situaciones aprendidas o heredadas de sus adultos, reflejando con fidelidad la realidad de la sociedad presente: usurpaciones de identidad, venganzas, acosos, violaciones, desengaños amorosos, matrimonios concertados, mutilaciones, violencia, etc...
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13 agosto 2024
Cosas de niños
Cosas de niños no son cuentos infantiles, aunque la mayoría de sus protagonistas sí lo sean. En estos quince relatos hay niños solitarios que piden un abuelo como regalo; niñas que utilizan su imaginación para salir de la oscuridad que las sumerge; niñas madres; niños que utilizan el grupo para acosar a la niña más débil; niños que se convierten en padres de sus padres; niños enamorados de sus maestras; niñas migrantes; niños que solo buscan un amigo…
19 julio 2024
He venido a hablar de mi libro
El sueño de vestirnos de papel para todas y todos los que escribimos se ha convertido en realidad.
No será ni el primer martes después del primer lunes ni será en noviembre ni en Estados Unidos...
En septiembre, en España y gracias a Platero Coolbooks, verá la luz mi primer libro de relatos.
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#PlateroCoolBooks
21 mayo 2024
La estafa del amor
Una abogada ha cruzado el Atlántico buscándome. Ha
aparecido en mi bufete, asegurando que soy la viuda de O’Connor, un
multimillonario norteamericano fallecido recientemente. Sostiene que hace
quince años, en primavera, contraje matrimonio con su cliente en el manido Las
Vegas. Un dossier fotográfico más la confesión póstuma de O’Connor me sitúan
allí. Según parece, tuve dos hijos, Winston y Abba. Imposible negarlo, los
críos son idénticos a mí y ambos nombres me encajan: uno, mi tabaco favorito;
otro, mi grupo fetiche. Ahora, con papá muerto, los huérfanos necesitan una
madre que vigile su formación y atienda sus necesidades. He enviado tres
transferencias para mover papeles, pero resulta imposible razonar con mis
compañeros. Aseguran que estoy siendo estafada. ¡Envidiosos! Afrontaré mi nuevo
destino, aunque lo más cerca que recuerdo haber estado de América fue cuando
besé a un tipo disfrazado de Elvis mientras cantaba ‘Love mi tender’ en un
karaoke.
#ganador abril microrrelatos de abogados
28 abril 2024
La fotografía
Desbordado de negativos defectuosos, películas veladas y con una desconocida revisando antiguos retratos. Encolerizado, pregunté qué hacía en mi estudio. Respondió que había brotado, no sabía cómo, de una de mis fotografías y que necesitaba encontrarla para regresar. Me pareció tan fascinante su belleza y la magia de aquel relato de mujeres emergiendo de fotografías que me cautivó. Durante casi cuatro décadas hemos vivido felices juntos. Primero, como pareja; luego, como padre e hija y ahora pasamos por abuelo y nieta. Ella permanece hermosa, inalterable al paso del tiempo. Con mi ocaso cercano, creo que es momento de devolverle su fotografía y dejarla marchar.
Finalista Semana 22 Relatos en Cadena
19 enero 2024
El sueñero
El
sueñero, de María Sergia Martín González
Aquel
atractivo e irresistible vendedor de sueños había engatusado a mis padres.
Cuando llegué del instituto hablaba con mamá. Ella le contaba sus deseos de
volar muy lejos. Como me aburrían sus rabietas hormonales, encendí el
televisor. Luego, llegó papá con sus fantasías por volver a ser niño. Aquel
embaucador anotaba todo en una libreta, como para darse importancia. Estoy muy
preocupado, sobre todo por mamá. Dicen en el barrio que el lunes la vieron en
el nido de cigüeñas haciendo piruetas. Pero al que no soporto es a papá. Se ha
convertido en un mocoso repelente y autoritario que llena la casa de babas.
Finalista semana 14 Relatos en Cadena de la Cadena Ser.
26 noviembre 2023
Teoría de los imanes y viceversa
(2º Premio IV Edición del Certamen de Relato Corto ‘Pueblos y Sabores’)
TEORÍA DE LOS IMANES Y VICEVERSA
Sonia
Con motivo de
nuestro décimo aniversario, Evaristo me sorprendió reservando mesa en un
restaurante carísimo. Decían de él que ofrecía la mejor carta delicatesen de
toda la comarca, con más de treinta y cinco platos para degustación, y,
también, que su vino de Rueda tenía el sabor de las cosas que se hacen sin
prisa. Igual que mi relación con Evaristo. Forjada pasito a pasito desde la
escuela.
Me compré un vestido de satén en un tono dorado pálido porque sospechaba que íbamos a celebrar algo transcendental. Cuando llegué, él ya estaba sentado con su traje negro, en el lugar más íntimo de todo el local. Deslumbraba. Aún sin gafas, pude apreciar el aura que desprendía. Una silla mal colocada me hizo trastabillar un poco y creo que alguna copa rodó por el suelo, no conseguí verlo con nitidez. Evaristo se levantó, galante como siempre, y tomó amorosamente mis manos haciéndome sentar con rapidez.../... (continúa)
Evaristo
Reservé mesa
en el restaurante más caro de la provincia y en el lugar más alejado de la
entrada. No quería toparme con ningún conocido del trabajo o del gimnasio. Los
precios de la carta no eran aptos para todos los bolsillos, por lo que no era
probable que nos encontráramos con nadie. Había resuelto poner fin a mi
relación con Sonia. Diez años juntos. Toda una maldita década tirada a un
contenedor de residuos.
La vi llegar
con su sonrisa pazguata, vestida de burbuja freixenet, sin el menor pudor y
dando tropezones con todas las sillas. Sonia y su puñetera manía de no ponerse
las gafas porque dicen que la afean. De la mesa contigua rodó una copa que
empapó a un caballero. Tuve que levantarme a la desesperada para agarrarla por
las manos, sentarla y disculparme con el resto de comensales. Vi mohines de
desaprobación y sentí vergüenza, la verdad. Tanta, que necesité aflojarme el
nudo de la corbata para evitar que mi cara se congestionara y acabaran
reventado mis ojos.../...
Si quieres
continuar leyendo, puedes hacerlo aquí.
16 octubre 2023
Lazos invisibles
Supe que el recluso solicitó cambiar de letrado. «Reclama
imposibles», apuntaban. Me acerqué dubitativa. Tras las obligadas
presentaciones cliente-abogada, intenté formularle algunas preguntas. Se
adelantó admitiéndose culpable. Dijo que aceptaría cualquier pacto; que solo
necesitaba poder despedirse de un amigo con el que siempre estuvo conectado.
Últimamente, sospechaba que algo iba mal. Afirmó que, de no conseguirlo,
olvidara el camino de retorno. Me conquistó cuando dijo que mis ojos eran campos
de lavanda y que le recordaban a una hija que decidió enterrarlo hacía mucho
tiempo. Resultó complicado. Demasiados impedimentos por parte de la prisión.
Sherlock, así se llamaba su perro, iba a ser sacrificado. El tiempo
apremiaba... Tras semanas de extenuante papeleo, el juez autorizó un vis a vis
extraordinario. Sherlock estaba ciego, arrastraba desmañadamente las patas,
pero algo invisible permanecía inalterable. Hubo babas, interminables abrazos y
un llanto a dos voces. «Te eché de menos, viejito», repetía emocionado.
Microrrelato ganador septiembre Microrrelatos de Abogados. Aquí se recoge la noticia.
PALABRAS DEL MES: lavanda, retorno, formular, pactos, conectado
Desandar
Relato ganador #surrealismopuro convocado por Zenda e Iberdrola
Desandar
Fue mamá
quién aseguró haber escuchado tres golpes en la caja, justo en el instante en
que se derramó la primera paletada de tierra. Aunque algunas vecinas trataron
de tranquilizarla, porque entendían su dolor, ella gritó a los sepultureros que
abrieran de inmediato el ataúd. A regañadientes, aceptaron mientras se hacía el
silencio en el camposanto. Dentro, papá, ataviado con el mejor de sus trajes,
recibía el aire fresco con una amplia sonrisa y un poco de carraspera. En vida
siempre había sido un hombre cordial y afable y, cuando llegaba el otoño, su
garganta acostumbraba a resentirse. ¡Bienvenido, de nuevo, maldito otoño!, fue
lo primero que dijo. Le ayudamos a incorporarse entre mamá, don Anselmo, el
viejo párroco, y yo mientras sacudíamos de su ropa la arena y los pétalos de
rosa que habíamos depositado en el interior. Si bien a mamá se le desparramaron
los ojos de lágrimas por volver a escucharlo, dijo muy enfadada que, si aquello
era otra de sus bromas, tenía muy poquita gracia, que habían venido todos los
vecinos, los de las partidas de las tardes, sus amigas de manualidades y hasta
Paquita Peña, la que –según decían en el barrio– era una hija secreta de mamá.
Papá pidió perdón a todos los allí reunidos por el trastorno de tener que devolver las docenas de ramos y coronas que habían traído para despedirle. Se disculpó con afecto de sus compañeros de “mus” por no poder acabar el torneo e hizo un guiño a Paquita Peña. Dicen que le escucharon decir que cuidara de su verdadera madre y que no hiciese caso de pamplinas de chismosas. Luego, besó en los labios a mamá y explicó que había olvidado algo muy importante. Que no sabía muy bien qué era, pero que necesitaba recuperarlo antes de encomendarse al sueño eterno. No hubo manera de hacerle entrar en razón, ni siquiera cuando le dijimos que tía Margarita estaba siendo trasladada al hospital tras desmayarse al verlo salir de la caja. Un infarto, creo que afirmó uno de los sanitarios. Menudo susto se llevó la pobre. Después de velarlo durante toda la noche y hartarse de llorar con mamá mientras lo amortajaba, parece que su maltrecho y deshidratado corazón no pudo resistir más emociones...
(continúa leyendo aquí).
13 julio 2023
Para niñas especiales
Visitar su taller era la
fantasía de cualquier niña del parque, pero él me había elegido a mí. En lugar
de sacarme una chocolatina de la oreja, como a las demás, me entregó un papel arrugado
en el que había escrito que yo era la ganadora. Aunque me moría de ganas por
contárselo a mis amigas, dijo que ese sería nuestro secreto.
Al llegar, me desilusioné un
poco. Aquel sitio parecía cualquier cosa menos un taller de magia. Vale que
había un hombre de hojalata, pero ni capas, ni varitas, ni chisteras. Ni
siquiera una paloma. Iba a marcharme cuando levantó una tela y lo descubrió. Frente
a mis ojos, el baúl mágico que me ‘teletransportaría’ a Oz, repleto de chucherías, vestidos ‘dorothy’ y fotos de niñas: antiguas
pasajeras, supuse. Dijo que únicamente funcionaba con niñas especiales,
por lo que debía permanecer muy callada cuando comenzara a moverse. Y dormirme
sin rechistar porque el viaje era largo.
Estoy contentísima esperando
aquí dentro, aunque me hubiera gustado poder despedirme de mamá para demostrarle
que no eran cuentos chinos, que la magia existe de verdad.
#Microrrelato finalista XI Premio de Microrrelatos Colectivo Manuel J. Peláez
Amanda, o alguien que se le parece
Amanda,
o alguien que se le parece
Encontrar romántico el
simple hecho de quedar un lunes a eso de las seis en El Retiro, como cuando
empezaron de novios. Pasear en silencio, aspirar el murmullo de la hierba.
Sentarse en su banco frente al lago. Temblar, como el primer día, al sentir que
Amanda acaricia sus manos y le pide que le mire a los ojos. Escuchar como ella le
confiesa que se ha enamorado de otro. Que lo siente. Que siempre serán amigos.
Que encontrará a alguien mejor... Aceptar la ruptura con deportividad. Estas
cosas pasan. Acompañarla hasta el metro, hacerse el fuerte y despedirla con un beso.
Llorar. Enterrar el anillo junto a un olmo, perder su trabajo. Llorar. Olvidarse
de pagar al casero y regresar cada domingo al parque. Vestir, aunque deslucida
y rota, la misma ropa de entonces. Creer reconocerla en cada mujer que pasea y,
como un loco, gritar su nombre. Imaginar que es Amanda, o alguien que se le
parece, quien se gira y arroja con desdén unas monedas al suelo. Emocionarse
con semejante muestra de afecto, con verla tan bonita, con pensar que sigue
recordándolo y exhibir orgulloso al mundo su sonrisa desdentada.