06 noviembre 2010

La Joroba

Hace ya algún tiempo, cuando era demasiado joven para entenderlo, leí o me contaron un cuento que ahora, con el paso del tiempo, me ha venido de nuevo a la memoria... Voy a intentar recordarlo lo más fielmente posible.

"Había una vez un joven que, aunque brillante por su talento en ésto del pensar, no tenía mucho éxito en aquéllo otro del amor, pués su figura era un tanto deforme. No era alto ni guapo y coronaba su espalda con una joroba.

En uno de sus múltiples viajes se enamoró de la hija de un comerciante. Era una joven hacendosa que ayudaba a su padre en las tareas que éste le encomendaba y gustaba de escuchar al muchacho cuando le hablaba. Veía en él un joven sabio y dulce, pero le repelía su aspecto físico. Él, por su parte, adoraba todo de ella.

Un buen día, el joven, haciendo acopio de valor, fue a hablar con el comerciante para ponerle en antecedentes del inmenso amor que sentía por su hija. El padre le escuchó y comprendió que sus sentimientos eran muy fuertes hacia la muchacha pero también conocía lo que su hija opinaba al respecto... Optó por intentar desengañarle, para que no sufriera en el intento ya que no tendría ninguna oportunidad.

Un poco triste, pero no vencido, decidió jugar su última carta y hablar directamente con su enamorada. No tenía claro el modo de plantearle su amor y tras una conversación vanal y casi en un susurro le preguntó si sabía dónde se fraguaban los matrimonios. "No, no lo sé", le respondió ella mirando hacia el suelo.

-En el cielo, el mismo día que nacemos -respondió él-. Así, el día en que yo nací escuché el nombre de mi prometida. También, que sería una chica preciosa. Con menos nitidez, un poco más lejos, continué escuchando que, por cuestiones del azar, la que estaba destinada a ser mi esposa... llevaría de por vida una grotesca joroba. ¡No! -grité-. ¡Dadme a mí esa joroba y que ella pueda disfrutar de su vida sin tener que llevar ese pesado atributo!...

La joven levantó sus ojos para contemplar los del muchacho y alargando sus manos cogió las de aquél por primera vez. En ese preciso instante comenzó a contemplar lo bello que era, algo que nunca hasta entonces había sabido ver, y  un escalofrío le recorrió el cuerpo... Tiempo después se convirtió en su esposa.
Y colorín, colorado..."

Aunque lo recordaba como un cuento hace pocos días he sabido que se trata de la "historia" -entre comillas-  de Moisés Mendelssohn (abuelo del compositor Felix Mendelssohn).

Filósofo y rabino judío del S. XVIII. Luchador implacable por los derechos civiles de los judíos.
Traductor de la Torá, hecho por el que fue considerado un hereje siendo su obra quemada en numerosas ciudades...
Se supo rodear de grandes pensadores y filósofos de la época.

Los ojos, ¡cómo nos engañan! no permitiendo que veamos lo que hay más allá.
Cómo los prejuicios hacia los que no tienen el cánon de belleza, que nos marca la sociedad, hacen que pasen a nuestro lado tantas y tantas personas distintas a las que no prestamos atención.

Un relato muy entrañable que encierra una filosofía con la que estoy  comprometida desde hace mucho tiempo y es el intento diario por conocer más el interior de los demás.

Y como el joven del cuento, desearía... "poder llevar la joroba de mi ser amado".


La foto que ilustra este post está tomada de elultimodios.blogspot, porque me encantó. ¡gracias!

2 comentarios :

  1. Preciosa historia, bien narrada y comentada. Me ha gustado lo que encierra...

    Un abrazo amiga.

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  2. Ernesto, gracias por venir y rebuscar entre estos relatos. ¡Cómo desearía poder llevar la joroba de mis seres queridos!... Encierra un mensaje y tú sabes, a la perfección, cual es.
    Eres un encanto de persona y te doy, nuevamente, las gracias por haber llegado hasta aquí.

    Un fortísimo abrazo.

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