Aprovecho esta tribuna virtual para plasmar qué me importa y de qué manera me afecta... No siempre serán cosas agradables y es una pena. Además os contaré cuentos para dormir o para despertar; unas veces relatos cortos y otras, más largos. Las risas están aseguradas y espero y confío en poder crear un clima agradable, para tod@s aquell@s que decidáis quedaros a conversar. Besos por adelantado de un alma, presuntamente, "gamberra".
18 junio 2017
Ingeniería genética
Se trata de crear un micro con cinco palabras obligatorias (meneo, pandemia, solventar, pradera, ADN) y con un máximo de 150.
Esto fue lo que se me ocurrió para Microrrelatos de Abogados. Aquí está en su web.
Con lo grande que era el Campus: una pradera de 50 Ha, tuve que fijarme en Rosalinda, estudiante de biofísica.
Cuando aquella pandemia colapsó las urgencias de decenas de hospitales, ella logró solventar el caos con un suero. Sintetizado tras horas de “meneo” de acetilcisteína, uvas y nueces de macadamia. Tanto talento me hechizó. Yo concluía un máster en Penal y ella estudiaba genética. Alquilamos un estudio; nos casamos y, cuando supe del embarazo, lloré.
Pipe resultó un genio. No exagero. Éramos moderadamente felices hasta que varias dotaciones de agentes especiales irrumpieron en casa. Al parecer, el ADN del niño fue sustraído de un laboratorio soviético que lo tenía patentado. Ella desapareció, me acusaron de espionaje, de piratería, de plagio… Estoy desolado, mis padres me aborrecen, los rusos exigen la custodia de Vladimir —ahora lo llaman así— y no sé argumentar mi defensa. Con lo grande que era el Campus…
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14 junio 2017
CONCATENACIÓN DE CASUALIDADES
PALABRAS: linde, honorarios, arena, licencia, investigar
MES: Junio 2017
Especializarme en Urbanismo; que mi cliente arrastrara lustros de desavenencias por una linde; que aceptara mi proyecto de reparcelar sus tierras para evitar el juicio o que duplicara mis honorarios fue una concatenación de casualidades.
El tipo estaba eufórico. Tras celebrarlo, insistió en acompañarme en su taxi que había aparcado cerca. Charlábamos animadamente cuando nos sorprendió un control de alcoholemia. Me rogó intercambiar nuestros asientos: temía dar positivo, que le retiraran la licencia o que empezaran a investigar descubriendo que lo del maletero no era arena.
Cuando llegamos, abonó la carrera y se instaló en mi casa. Continúa allí desde entonces.
Por mi parte, todavía no he conseguido apearme del taxi porque a una carrera le siguió otra y otra…
Sentado al volante, continúo persiguiendo la justicia. En cada bajada de bandera, asesoro multidisciplinarmente a cuantos clientes lo solicitan y ejerzo mi vocación como el ser más feliz del planeta.
Microrrelato seleccionado mes de junio.
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Los olvidados
Hay un hombre sentado a la mesa, maquillado como muñeca vieja, envuelto en aromas de lavanda. Una chiquilla dormita, balanceando su hamaca, y un pequeño sin nombre espanta moscas que entran y salen de su nariz. Por el sendero, un anciano carga un fardo. Los chicos gatean hacia la puerta. Hambrientos. El viejo rasga el saco con su única mano. Tembloroso. Buscando su aprobación. Lo oliscan, emiten sonidos grotescos y braman cuando consiguen volcar el cuerpo sobre la mesa. El niño sin nombre mordisquea con frenesí sus dedos y la muchacha comienza a pintarrajearle el rostro. A los recién llegados hay que recibirlos como merecen.
Ganador Copa 2017 ENTC
Teoría de los imanes
(#palabrasalviento Zenda)
Con motivo de nuestro décimo
aniversario, nos citamos en la escalinata de la biblioteca donde nos conocimos.
Daniel sacó un libro de su bolsillo. Él tenía esa manera tan poética de hacerse entender. Comenzó a pasar las hojas, de manera compulsiva, levantando un embriagador
viento con olor a papel. Se notaba la importancia del asunto que íbamos a tratar. Para cada tema, encontraba el texto preciso que
ilustraba sus aseveraciones. Me rogó atención. Por supuesto que se la presté,
como una boba y sin siquiera pestañear. Mis oídos ya estaban abiertos como conchas de ostra cuando comenzó a leer sobre las fuerzas
invisibles que atraen a los cuerpos. Algo evidente, de ahí los dos lustros que
llevábamos de noviazgo. Luego, me mostró unas hermosas fotografías del
núcleo líquido terrestre que, al parecer, guardaba otro sólido en su interior. Eureka,
había recapacitado sobre lo feliz que
me haría ser madre y supe que compartía mis deseos. Temblé. Cómo evitar
hacerlo. Mis lágrimas no pudieron retener tamaña emoción y comenzaron a brotar desparramándose
en cascada por el pavimento de la escalera. Como buen caballero que es, me ofreció un pañuelo y miró la hora en su
reloj. Inequívocamente, deseaba retener este bendito instante en su memoria. Habló
de los polos positivos, de los negativos, de las fuerzas de atracción, de las
de repulsión... Sin duda, estábamos hechos el uno para la otra como esos imanes
que no pueden separarse. Ahora mis padres deberían tragarse tantos años de
recelos y desconfianzas hacia él. Qué guapo estaba. No pude resistirme y le
interrumpí con una pícara sonrisa, aplaudiendo la forma tan hermosa que tenía para
explicar las cosas. «Te entiendo, mi vida —le dije afirmando también con la
cabeza—, y bien que te entiendo…». Entorné los ojos de forma seductora, humedecí
mis labios con sensualidad y los aproximé a los suyos disponiéndome a besarlos cuando nueve
palabras se interpusieron entre nuestras bocas: «Te dejo, espero que —esta vez— lo
hayas comprendido».
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