No voy a dejar que pase ni un solo día más sin contaros la dura historia de Antonio Meño Ortega. 42 años de edad, de los cuales ha pasado 21 en coma por una negligencia médica.
Antonio, estudiante de Derecho y buen deportista, entró en quirófano para someterse a una rinoplastia (operación estética de retoque de la nariz). En principio, algo sencillo que no entrañaba mayores complicaciones. Pero, como casi en todas las cosas mundanas, hubo un "pero"... ,esta vez, debido a la mala praxis del anestesista que le asistió en la operación. No volvió nunca al mundo de la consciencia. Quedó en coma irreversible.
La familia, como es natural, demandó en los tribunales y el anestesista fue condenado a pagar una fuerte indemnización. El caso fue subiendo de instancia... Audiencia Provincial, Tribunal Supremo... Y ¿qué fue lo que sucedió?:
Rechazaron las demandas de la familia por considerar que no hubo tal negligencia. Se anuló la sentencia y, como consecuencia, quedó sin efecto la indemnización.
Han sido años de peleas en los juzgados ya que los padres de Antonio no se rindieron nunca.
En el año 2008 el Tribunal Supremo absuelve definitivamente a la clínica y al anestesista de la operación y resuelve que los Meño Ortega deberán pagar las costas judiciales que ascienden a 400.000€.
En ese momento madre e hijo inician su protesta instalándose en una chabola en pleno centro de Madrid, en una plaza próxima a la Puerta del Sol (dónde cada 31 de diciembre se retransmiten las Campanadas de Fin de Año). Quiero con ésto decir que la protesta se hizo efectiva en lugar visible de la ciudad...
Yo misma, les vi una tarde que acudía a un "mandado" (eran tiempos en que me dió por hacer cosas de bisutería y necesitaba materiales para ello). Me sorprendió el lugar y me acerqué un poco más sin saber muy bien qué era aquéllo. Entonces vi a Juana, la madre del joven, levantando el plástico "cián" que era la puerta de su protesta. Le reconocí de inmediato porque había visto su cara en televisión y en prensa. Dudé en aproximarme más para hablar con ella y darle mi apoyo, un beso, firmar donde hiciera falta, decírle lo que le admiraba por lo que estaba haciendo y felicitarle por el par de "ovarios" que tenía... Pero había demasiada gente alrededor de "chamizo" y, como es una constante en mi vida, ¡iba con prisa!.
Ahora, veintiún años después, aparece un testigo presencial (ocultado por la clínica) que paseando un día por la zona ve a Juana y "cae en la cuenta" de que conoce a Juana; de que desconocía el desarrollo de acontecimientos de su caso; de que ¡yo qué sé! en que cuenta cayó ... Voluntariamente fue a declarar.
En este punto yo me hago preguntas que no sé responder: ¿cómo aparece un testigo 21 años después? ¿calló por puro corporativismo? ¿recibió presiones para mantenerle con la boca cerrada? o ¿problemas de conciencia?.
De cualquier manera es de agradecerle el que lo haya hecho ya que, tras 21 años de disputas en tribunales y 522 días de protesta en la calle, la famila Meño-Ortega levantó esta semana su campamento y volvieron a casa:
¡POR FIN LES HABÍAN ESCUCHADO!
Este testigo era un médico en prácticas presente en la intervención que ha ido voluntariamente a declarar revelando la negligencia cometida por el anestesista (que operaba a dos personas a la vez). Éste, el anestesista, se ausentó del quirófano por espacio de diez minutos que resultaron fatídicos para Antonio. Al joven se le salió el tubo de la anestesia, lo que le produjo el daño cerebral irreversible que le mantiene postrado, desde entonces, en una cama y con supervisión constante las 24 horas.
Este testimonio ha hecho que el caso se reabra. La pasada semana el Tribunal Supremo consideró "acreditada la maquinación fraudulenta", es decir, que la clínica ocultó en su propio interés la existencia de este médico en prácticas.
Aún habremos de esperar la reacción de clínica y anestesista. Los padres de Antonio Meño Ortega, ya sexagenarios, no quieren nuevos juicios. Pretenden llegar un acuerdo económico que asegure la atención de su hijo cuando ellos falten. Así que ¡por caridad! dejen a esta familia descansar en paz y no les metan en más peleas judiciales con recursos y más recursos.
Porque además es que... ¡TENÍAN RAZÓN!
Ah! por cierto, el nombre de la clínica es Nuestra Señora de América y el del anestesista, Dr. González Martín.
Qué bien lo explicas todo (pareces entender de cualquier cosa). Yo sé de este caso por televisión. La primera vez que ví a la familia fue cuando empezaron su batalla en al calle y, el otro día, casualmente (no suelo ver la tele por las mañanas), ví a Juana en un plató de televisión agradeciendo al programa y a todos los que firmaron, se acercaron a la chabola y les mostraron su cariño, que no les hubieran abandonado después de tanto tiempo.
ResponderEliminarDe todas formas, creí entender que aún no querían volver a casa, pues según las propias palabras de Juana "Hemos ganado una batalla, pero no la guerra".
Aún así, me alegro muchísimo por ellos, por ver recompensados sus esfuerzos, aunque no tenían necesidad de pasar por todo esto si, el personal de la clínica, concretamente el equipo que intervino a Antonio, hubieran sido unos profesionales. Está visto que, como cirujanos, anestesistas o auxiliares dejan muchísimo que desear.
Qué veinte años se ha pegado el incompetente anestesista (no voy a llamarle doctor ni señor, porque no le considero ni una cosa ni otra). Desde aquí, una pregunta a ese tipejo: ¿Qué hubiera pasado si el afectado fuera un familiar suyo, más concretamente, un hijo suyo? No tiene usted vergüenza ninguna. Ni usted ni todo el personal que atendió a Antonio, destrozó su vida y la de su familia.
Ays, qué bien me he quedado!!
Un besazo, Towanda.
Es cierto que no tenían necesidad de haber sufrido tanto si las cosas se hubieran hecho bien desde el principio.
ResponderEliminarEl día que se produjo la reapertura del caso (no sé si se dice así en términos jurídicos) fueron a la Sala, padre, madre e hijo... Antonio, aún en su estado comatoso, mostraba su malestar cuando hablaba la parte contraria. Y lo hacía del único modo que podía... profiriendo "gritos", por lo que hubieron de sacarle a los 20 minutos de la estancia por petición del juez.
Ya que él no puede comunicarse ni más alto, ni más claro del modo en que lo hace, he pensado que, desde aquí, sí podríamos hacerlo.
Suscribo todas tus palabras, Sandra. Y mando un fuerte abrazo tanto a Antonio como a sus padres (sobre todo a ella, porque entiendo cómo se debió de sentir) y me ofrezco a seguir y a hacer pública la resolución definitiva de este caso.
Ésta si que es una "madre coraje" y no, Belén Esteban...
Eres un tesoro, Sandra. Gracias.
¿cómo aparece un testigo 21 años después? ¿calló puro corporativismo? ¿recibió presiones para mantenerle con la boca cerrada? o ¿problemas de conciencia?.
ResponderEliminarSolo por aclarar este apartado de tu escrito:
Me remito a las propias palabras del Doctor Frade, en el su declaración en el supremo, “Pasado un tiempo pregunté al doctor Ballester por el caso del chico, me dijo que habían sentenciado al anestesista y que habían indemnizado a sus padres”. Lo que el cirujano no dijo es que jamás habían indemnizado a nadie y que Antonio Meño fue metido bajo cuerda en el Hospital de la Princesa en Diego de León, que durante 11 meses lo tuvieron en una habitación aparte de todos, quizás para que no se contagiaran de la poca vergüenza de estos buitres carroñeros que cuando tienen un problema en la sanidad privada, los meten en la pública a escondidas y sin registro como pretendieron hacer con Antonio. Su madre Juana al preguntar por su hijo en Urgencias, le dijeron que no estaba registrado, pero si lo estaba, la diferencia fue que lo registraron como un indigente a lo que su madre pudo hacer constar que su hijo venía de la Clínica de Nuestra Señora de América, así quedó registrado, la incógnita es si los documentos de entonces también han desaparecido como en la Clínica, al menos así se lo hicieron saber a Juana.
Han pasado 21 años pero creo que la conciencia humana sigue viva en muchas personas para el bien común de esta Sociedad corrompida por los abusos y la fuerza inhumana de estos seres sin aprecio a la vida.
Saludos y muchas gracias por difundir el caso de Antonio.
Eres Ángel soy el cuñado de Antonio contacta conmigo en el correo adjunto nosotros te apreciamos y no sabemos nada de ti por favor
EliminarEl correo es alfaomegga6@gmail.com
EliminarNo conocía este caso, que tristeza y que difícil para los padres de este chico. 21 años de lucha y sufrimiento. Un jovencito con toda una vida de éxito por delante arruinado por negligencia.
ResponderEliminarOjalá que haya una justicia que ponga las cosas en su lugar pero lamentablemente la pérdida y el dolor de estos padres ya no tienen forma humana de ser pagadas.
Lo del testigo que aparece mas de 20 años despues no se puede creer.
Excelente tu relato Towanda.
Abuelo, gracias por aclarar el punto que a mí me traía de cabeza, el del testigo 21 años después:"... me dijo que habían sentenciado al anestesista y que habían indemnizado a sus padres". Quizá sea solo eso y yo, un "poco mal pensada". Pero es que me pongo en la piel de la familia y me surgen malos pensamientos.
ResponderEliminarTe repito lo que ya te he dejado escrito antes... para lo que necesites puedes disponer de este pequeño espacio. Un fuerte abrazo.
Hola Guille, fíjate cómo es el mundo de dañino en ocasiones. Y el dolor de sus padres, como dices tú, ya no tiene forma de ser pagado pero, al menos, que les permitan dejar de luchar y les indemnicen como ¡Dios manda!. Gracias por comentar.
Dura historia... Pero ya , pase lo que pase, esto no se arregla ni con dinero. Es todo una pena.
ResponderEliminarRombo, de acuerdo que el daño causado no se arregla con nada pero, al menos, estos padres (que seguro que piensan en qué va a ser de su hijo cuando falten) podrán dormir tranquilos porque ese aspecto esté solucionado.
ResponderEliminarUn saludo y ¡gracias por tu comentario!.
Indignan los casos así, pero mas rabia da como se pierden en el rodillo de una sociedad que cada vez va mas deprisa, no sé a donde, una velocidad contra la que no puede competir un sistema que al poco se queda obsoleto incapaz de no ya de hacer justicia, sino de evitar las injusticias.
ResponderEliminarCasos en los que años después una prueba envía a la cárcel a una persona rehabilitada, otros en los que liberan a un inocente tras pasar su vida entre rejas, otros en los que un fallo del procedimiento libera a un criminal, y así miles....
No puede ser que se estén señalando juicios para el 2012, que los expedientes descansen sobre los suelos de los pasillos, que se atasque un juzgado por llevar a juicio la pintura de una cornisa, pero al fin y al cabo nos queda el derecho a la libertad de expresión, (aun sin costas procesales)
Y hoy celebran la jornada de lucha contra el maltrato, no entiendo que en pleno s.XXI aun haya mentes tan cavernicolas.
Bueno callar no nos van a callar :)
Un abrazo y adelante!
hola aki ando hechando un vistazo a tu historia lol
ResponderEliminarCarlos, nos queda el derecho a la libertad de expresión, y éso (como díces tú) no genera "costas judiciales".
ResponderEliminarEl tema del atasco en los juzgados es casi tan lamentable como el que se tiren expedientes de personas (que debieran ser destruídos) con datos personales a contenedores, o como el que un ciudadano barcelonés encontrara en una papelera de la calle el protocolo de seguridad confeccionado para la pasada visita del Papa a Cataluña... con datos del equipo de escoltas, rutas a seguir, números de teléfono, etc.
Puf! Qué país!. Hay veces en que... (prefiero no acabar la frase para no dejar palabrotas impresas).
Un abrazo para ti también y muchas gracias por ese brillante comentario.
Evelyn, un besazo pero no puedo leerte entera.
Fuerte la historia!!... como tantas otras por desgracia, tantas injusticias se están cometiendo!!... Y tan poco se dice de ellas!! Creo que estamos llegando al punto de no saber que significa SER HUMANO, menos mal, que algún sabio en algún momento inventó los refranes y desde luego este creo es el más acertado: "A todo santo le llega su manto"... a lo que yo contesto "Todo diablo al final acaba quemándose"...
ResponderEliminarTODO MI ANIMO PARA ESTA FAMILIA Y POR SUPUESTO MI APOYO DONDE TENGA QUE DARLO, igualmente para aquellas personas que hayan, por desgracia, pasado por lo mismo.
Y atí TOWANDA ¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!! x tus lindos escritos!!... Besos y encantada de conocerte!!
Mis ojos amasan nostalgias
ResponderEliminaren un postre nuevo
casi feliz.
Quisiera un jardín para contemplar
el desvanecimiento de las horas
en las tardes frías,
para gastar el ayer
acompañado de llanto y vino.
Supongo que el silencio
es una sustancia
hecha de palabras muertas.
Ahora que pido fuerzas
para ser otro hombre,
desciende sobre mi
el aura de mi mujer.
La tibieza de su piel es boreal.
Sonrío un poco,
su beso me ha curado.
anuar.
Mar cc, muchas gracias por tu opinión. Yo también estoy contigo en que el hombre tiende a la deshumanización, así que cada uno desde nuestro espacio, tenemos que impedirlo. Nunca hay que quedarse de brazos cruzados... Un fortísimo saludo por envíarme tu comentario tan bonito. Gracias.
ResponderEliminarAnuar, preciosa poesía. Felicidades y gracias. Un saludo.
Lo correcto sería pedir permiso para el uso de una foto ajena, citar a su autor, y acordar las condiciones de su publicación.
ResponderEliminarhttp://www.panoramio.com/photo/38251186
Guía arquitectura.
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ResponderEliminarAnónimo, lo siento. Acabo de retirar la foto, desconocía la autoría porque la tomé del propio blog de Antonio Meño. Tienes razón.
ResponderEliminarDe nuevo, disculpa.
Muy bonita y conmovedora historia, muy triste TAMBIEN... Ya la conocía de refilón pero tu me la aclaraste del todo Besitos
ResponderEliminarHola Marta.
ResponderEliminarUna historia real de un chico y de una posible negligencia médica.
Gracias por venir hasta aquí, guapísima.
Un beso muy fuerte.