Supe que el recluso solicitó cambiar de letrado. «Reclama
imposibles», apuntaban. Me acerqué dubitativa. Tras las obligadas
presentaciones cliente-abogada, intenté formularle algunas preguntas. Se
adelantó admitiéndose culpable. Dijo que aceptaría cualquier pacto; que solo
necesitaba poder despedirse de un amigo con el que siempre estuvo conectado.
Últimamente, sospechaba que algo iba mal. Afirmó que, de no conseguirlo,
olvidara el camino de retorno. Me conquistó cuando dijo que mis ojos eran campos
de lavanda y que le recordaban a una hija que decidió enterrarlo hacía mucho
tiempo. Resultó complicado. Demasiados impedimentos por parte de la prisión.
Sherlock, así se llamaba su perro, iba a ser sacrificado. El tiempo
apremiaba... Tras semanas de extenuante papeleo, el juez autorizó un vis a vis
extraordinario. Sherlock estaba ciego, arrastraba desmañadamente las patas,
pero algo invisible permanecía inalterable. Hubo babas, interminables abrazos y
un llanto a dos voces. «Te eché de menos, viejito», repetía emocionado.
Microrrelato ganador septiembre Microrrelatos de Abogados. Aquí se recoge la noticia.
Después de esto, puede que con el tiempo, perros y mascotas varias también sean llamadas a declarar si el juez lo estima oportuno.
ResponderEliminarPuede, no te digo yo que no. Gracias por comentar.
EliminarMuchas felicidades maestras. Te lo has ganado a pulso, es realmente bueno tu micro.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Muchísimas gracias, amiguita!! Un beso enorrrrrme.
EliminarMe gustan las entradas cortas Es asi como yo escribo poenes en pocas palabras lo mejor de tu escrito
ResponderEliminarGenial, muchísimas gracias!!
EliminarTu blog es un tesoro de conocimiento que siempre espero descubrir. ¡Gracias por compartirlo!
ResponderEliminarGracias ☺️
EliminarMagistral.
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